13 nov 2007

La navidad soñada

Candela era una incipiente adolescente. Emanaba un aura de timidez, misterio y dulzura. Ella emergía al torbellino de la vida, repleta de inocencia y frescura, con las dudas propias de su edad. Se sentía llenita de complejos, provenientes de su infancia, los cuales se acentuaban día a día, al tiempo que crecía su inseguridad.No sabía muy bien hacía donde ir, que camino escoger, se veía a sí misma como un bicho raro, incomprendida por todos, una pieza del puzzle que no encajaba en el mundo que le había tocado vivir.A pesar de todo, aún conservaba en su interior, la esencia de su espíritu inocente, innovador, risueño, soñador y libre, este le hacía seguir adelante en los momentos difíciles y seguir creyendo en la utopía.
La Navidad era una de sus épocas favoritas del año. Le encantaban y encandilaban las luces, los adornos navideños, los turrones. Pero especialmente era un momento único porque su familia se reunía en torno a la misma mesa. Por otro lado, algo que le entusiasmaba y extrañaba de estas fechas, era el renacer en la gente de la ilusión, la bondad y la inocencia, aunque fuera temporalmente. Era un hecho de todo punto incomprensible para ella.
Cuando era una niña creía que Papa Noel y los Reyes Magos eran seres con poderes especiales. Imaginaba que llegaban de tierras lejanas y eran como duendes, utilizaban su magia para lograr que las personas, recobrarán la inocencia, la alegría, la bondad y la ilusión existente en el fondo de su ser, al menos durante unos días.
Una fría mañana otoñal, recién cumplidos los quince, mientras se encontraba en el colegio, oyó a un grupo de niñas charlar, sus palabras la dejaron estupefacta, sin habla. Las niñas hablaban sobre lo tonta e ingenua que era Candela, ya que aún no se había dado cuenta de que los Reyes Magos y Papa Noel eran los padres.En ese instante su sueño navideño se vino abajo, desvaneciéndose por completo. A partir de ese momento, la navidad dejo de ilusionarle, ya que había descubierto el engaño y la hipocresía, que esta escondía. Había perdido el interés por decorar el árbol, cantar villancicos o recibir regalos.
Asumido el desengaño, se dedicó a soñar e imaginar la navidad que a ella le gustaría, su particular e irreal celebración navideña.Esta consistiría en una gran fiesta, por un lado la familiar y por otro la comunitaria. Duraría varios días, en ella la gente decidiría la decoración navideña que deseaba colocar en sus calles o barrios, la realizarían entre todos y posteriormente la colocarían.Se realizarían concursos, eligiendo las decoraciones más originales, bonitas, etc. Únicamente existiría obligación de comprar regalos para los niños y los huérfanos, los demás lo harían solo si querían. Se fomentarían los regalos de tipo manual, sentimental, afectivo o espiritual, buscando el predominio de estos sobre los de tipo material. Podrían estar creados por las personas, hechos con sus manos o provenir de su mente, alma o corazón, como por ejemplo una canción, un poema, una figura de papel, madera, barro, etc.
En la Navidad de Candela, no existirían los aguinaldos, ni las cenas de empresa obligatorias, solamente aquellas que los trabajadores quisieran organizar. La comida no alcanzaría esos precios desorbitados y se fomentaría menos el consumismo inútil. La Navidad se celebraría en las casas, los barrios, la calle, comiendo, riendo, pero sobre todo bailando y cantando, la gente se mezclaría como uno al son de la música y así saborearía y disfrutaría lo que para Candela era la esencia inicial de esta fiesta, la alegría del nacimiento de un nuevo ser lleno de luz, vida, energía, esperanza y amor.
Candela sólo deseaba que esta celebración sé conviertiera en una fiesta real vivida por la gente, en la cual se entremezclarán el noble y el villano, el gusano y el gentil, el pobre y el rico. Soñaba con que todos bailaran, sin preocuparse por su aspecto, ni quienes eran, ya fueran mujeres, hombres, blancos, negros, mestizos, amarillos, judios, moros, prostitutas, pijos, drogadictos, chulos, hippies, etc, sin distinciones de sexo, raza y religión. Conviviendo en paz, todos en unión sintiéndose como un solo alma y corazón en la fiesta, al menos durante un día o una noche.Tras la juerga y la borrachera, llegaría la resaca y con los primeros rayos del sol, el pobre volvería a su desidia y el rico a su opulencia, apareciendo de nuevo los prejuicios, las distinciones y diferencias, las etiquetas, el bien y el mal.
Al inicio del año, Candela siempre formulaba el mismo deseo. Ojala todos los días fueran Navidad, para lograr inundar de luz la oscuridad, poder hacer realidad los deseos, lconseguir que los pensamientos tuvieran un sentido positivo y pacífico, abrir puertas en vez de cerrarlas, sembrar cada nuevo día de alegría, esperanza e ilusión en los seres y en el mundo, para que la gente estuviera siempre sonriendo.
Una gelida noche invernal, Candela se fue a dormir acurrucada entre sus sabanas con su peluche, al día siguiente sé desperto sobresaltada a la luz del alba. Se quedo en calma, quieta durante unos instantes y entonces recordó con total claridad su sueño. En él había imaginado una enorme carpa blanca cubierta en la plaza más céntrica de su barrio. Era Navidad, la carpa tenía un espacio habilitado para la comida y bebida, la cual habían cocinado entre varios ciudadanos y ciudadanas del barrio durante todo el día. El surtido y colorido era inmenso, había platos de rincones de todo el mundo, Aragón, España, Países Arabes, Países Africanos, América del Sur, China, Republicas del Este, etc. El recinto estaba inundado por el colorido, había sido decorado con guirnaldas, carteles y diversos adornos navideños de todo tipo.
En el otro extremo de la carpa, una ronda y una orquesta cantaban, tocaban diversos y diferentes tipos de música. Allí bailaban, cantaban y reían la violinista que los fines de semana le despertaba con el susurro del suave y dulce adagio de Albinoni, los ejecutivos repeinados y trajeados del banco situado frente a su casa, las ancianas fieles y limosneras de todos los días con sus habituales refajos, el que pedía tiritando y medio colocao casi todos los días en medio de la calle, los hippies del barrio, el reprimido homosexual con poco espíritu, al que ella le tenía mania y un alcohólico solitario no reconocido, el cual en una ocasión había hecho venir a la policia y los bomberos probablemente solo para llamar la atención y sentirse escuchado y tantos otros individuos anónimos más. Todos charlaban, comían, reían, cantaban y bailaban entre sí, como nunca lo habían hecho.
Ella volvió entonces de su sueño a la realidad. Se quedó sonriente y pensativa, sabiendo que si todos y cada uno de los seres humanos de este planeta, se lo propusieran y quisieran esa Navidad, sería posible, además de mucho más divertida, solidaria y alegre para todos los corazones y almas de este mundo. Tras finalizar su pensamiento, bostezó y volvió de nuevo a dormirse , soñando y esperando que algún día a su navidad soñada, se le concediera una oportunidad y se hiciera realidad.
escrito por Candela

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sinceramente, precioso...